Imágenes y noticias acontecidas en diciembre de 2006





María arquitecto de la creación. G. Bautista Trotti, 1603.
Piacenza (Italia). Iglesia de San Francisco.



¡Vigilad!, es el grito del Adviento, que inicia en el mes de diciembre: ¡Dios viene!: en nuestra existencia cuotidiana se introduce un acontecimiento conmovedor, que echa por tierra todas nuestras seguridades, nuestros proyectos. De manera imprevista él camina a nuestro lado, y forma parte de nuestra historia: lo reconoce presente el que tiene los ojos abiertos, el que espera y prepara un mundo nuevo. Los anuncios de los profetas parten de una realidad sobre todo decepcionante: un pequeño pueblo sin importancia para nadie será el centro religioso y espiritual de todos los pueblos finalmente en paz. Esto no puede ser sino obra de Dios, convertido él mismo en inspirador, norma y término del camino de la humanidad. Y sólo a la luz de la fe es posible descubrir el diseño que se va formando dentro de acontecimientos banales, oscuros, poco significativos; un diseño que Dios revela como una propuesta suya para el crecimiento y el bien de sus hijos, una realización de la que no se nos ha dado a conocer la hora de su cumplimiento, pero que ciertamente llegará un día. ¡Estad preparados! Y, por consiguiente, en vista de aquel día es necesario velar, estar preparados, actuar con prudencia y sabiduría, con despego de las cosas y, al mismo tiempo, con empeño: para que dentro de la historia madure el proyecto de Dios. Pues el tiempo que transcurre entre la venida de Cristo y su manifestación en la gloria es el tiempo reservado para la conversión de los hombres y para mantenerse fieles, un tiempo humano pero ya lleno del tiempo de Dios, dado para vivir ya en la eternidad. Sólo la gracia de Dios y la conversión nos pueden liberar de las tinieblas e introducirnos en la “luz” de la salvación. La liturgia del Adviento exalta de modo ejemplar la actitud de fe y humildad con la que María de Nazaret, se adhiere con prontitud y totalmente al proyecto salvífico de Dios, poniendo en claridad su presencia en los acontecimientos de gracia que precedieron al nacimiento de Dios. En la obra del arquitecto divino, si bien Cristo es la piedra angular, María es también una pieza clave y fundamental.





Inmaculada de Murillo

“¡TODA HERMOSA ERES MARÍA Y MANCHA
DE PECADO ORIGINAL NO HAY EN TÍ!”



“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. La mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono”. (Ap 12, 1-5).






Virgen Esperanza, siglo XVIII. Anonimo Valenciano.



 
 





La Natividad. Lorenzo Lotto, 1523. Washington.