LA MUERTE DE FRAY LEOPOLDO EN LA PRENSA LOCAL DE ESE DÍA


Su muerte -- aquel 9 de febrero de 1956 -- era recogida así por el Diario Ideal, de Granada:


HA MUERTO EL VENERABLE FRAY LEOPOLDO, RELIGIOSO FRANCISCANO



Su figura era popular en la provincia, en donde ha sido limosnero durante más de cincuenta años.
Ha muerto santamente el venerable Hermano Leopoldo María de Alpandeire, religioso capuchino que contaba noventa años. Su figura era popular en Granada y su provincia, en donde fray Leopoldo ha recorrido quizá todas las casas de la ciudad con la humilde tarea de solicitar una limosna para su pobre convento. Sus virtudes y anécdotas han corrido de boca en boca y la ciudad le ha admirado y venerado en vida.
Hace más de dos años, en este mismo mes, sufrió un accidente precisamente al salir de una casa y hubo de ser hospitalizado en un sanatorio. Los dolores y molestias los sufría como regalo para su mortificación y al conocerse la noticia fueron centenares las personas que acudieron junto a su lecho para interesarse por su estado. Le mortificaba también ver a su lado a sus hermanos de religión en esta ocasión. Desde entonces había dejado de salir a la calle y desde muchos años sus Superiores le invitaban a dejar su habitual actividad de limosnero. Pero su humildad y virtud le harán moverse de un lado a otro. No necesitaba el Hermano Leopoldo pedir, sino que era frecuente observar a su paso por las calles cómo personas de toda condición se le acercaban y tras besar su cordón franciscano depositaban su limosna. En más de una ocasión, en la misma calle, le pedían oraciones para algún enfermo. Y el bueno del Hermano Leopoldo, con un edificante fervor, rezaba con su peticionario en el mismo momento.
El cadáver del venerable Fray Leopoldo ha quedado instalado en una capilla ardiente situada en el coro bajo. Mañana 10, a las diez de la mañana, se celebrarán solemnes honras fúnebres en la Iglesia de la Divina Pastora, y a continuación se verificará el sepelio.
Granada entera ha de sentir la muerte de este Siervo de Dios que tan humildemente ha servido. Descanse en paz el virtuoso religioso cuyo paso por Granada ha sido edificante.

(Diario Ideal de Granada, Jueves 9 de febrero de 1956, pp. 1-2).


 
 



 
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MUERE FRAY LEOPOLDO


La muerte de fray Leopoldo de Alpandeire, el 9 de febrero de 1956, conmovió a miles de granadinos de todas las clases sociales. Para todos había llegado a ser familiar la imagen del viejo capuchino, siempre con su alforja de limosnero, implorando ayuda para remediar en algo la situación de los más necesitados. Más de medio siglo llevaba el buen fraile en Granada, donde, entre muchísima gente, tenía fama de ‘milagrero’. Le llamaban a veces, desde las casas, para que entrara a visitar a los enfermos, en la confianza de que sólo con rezar a su lado, mejorarían. Fray Leopoldo había envejecido en Granada. Los granadinos, año tras año, en los veranos sofocantes, en los inviernos inclementes, habían ido viéndolo encorvarse, quizás más abrumado por el peso de tantos dolores compartidos, que por el propio paso del tiempo. Pero ni el frío, ni la nieve, ni la lluvia, ni el sol de agosto pudieron nunca con su indomable voluntad de servicio a los pobres, que tanto abundaban en aquel tiempo. Precisamente saliendo de una casa de la plaza de los Lobos, donde había recibido unas limosnas, sufrió una caída que le sería fatal a sus 89 años. Era el 9 de febrero de 1953. Tres años justo después, el 9 de febrero de 1956, moría en el viejo convento de los Capuchinos, convertido desde entonces en lugar de peregrinación de sus incontables devotos.

(Diario Ideal de Granada, Sábado 7 de abril de 1956, contraportada).





 
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LA MUERTE DE FR. LEOPOLDO EN EL DIA, DE GRANADA.


¡Aquel frailecico de barbas! Un largo rosario de gente fue a llorarle en el convento de capuchinos. Todo entero parece una reliquia guardada en negro estuche. El Hermano Leopoldo casi dijéramos que sonríe. Ese es su gesto humano, ya yerto. Pero allá arriba, ¡Claro que sonreirá! Una simpática figura que desaparece del panorama social de Granada, porque, cuando podía, su tosco sayal franciscano estaba en todas partes. No le olvidaremos ni él tampoco nos olvidará.

(Diario El Día de Granada, Viernes 10 de febrero de 1956, p. 1).