"...Y FLORECERÁN LOS CLAVELES QUE ABRIRSE NO QUIEREN... "

El sepulcro de Fr. Leopoldo, situado en el fondo de la capilla-cripta, donde se conservan sus venerados restos es, desde siempre, meta incesante de peregrinos. Los devotos, en progresivo aumento, acuden al corazón del “frailecito de barbas blancas”, aquejados con miles de problemas: allí llega la anciana agradecida, la persona agobiada por la soledad, el dolor, la angustia, la tristeza, la madre preocupada por los problemas de sus hijos, el enfermo que aun no ha perdido la esperanza, los jóvenes con sus apuntes de clase… Las gentesdejan sobre su tumba flores. Aquel capuchino, limosnero andariego durante cincuenta años por las calles de Granada, a cuyo paso florecían las gracias de Dios y los favores divinos, continúa, a los cincuenta años de su muerte, haciendo posible que sobre su tumba “florezcan los claveles que abrirse no quieren”… y la gracia de Dios, como riachuelo oculto y fecundo, sigue prodigándose en beneficio de todos los necesitados…
Toda la vida de Fr. Leopoldo fue un continuo acto de amor a Dios. Oraba con devoción, hablaba de Él, se encomendaba a Él, exhortaba a todos a que lo amaran. Se pasaba horas de adoración ante el sagrario. Y todo lo hacía por amor de Dios. Era un hombre de Dios, en la calle y en el convento, por sus virtudes y por su ejemplo. Buscaba siempre estar en unión con Dios. Daba gusto hablar con él porque siempre se sacaba algún provecho espiritual. Cuando escuchó por primera vez la frase “por amor de Dios”, le conmovió de tal manera que decidió actuar siempre con ese criterio. El amor a Dios era el eje y el motivo de toda su vida. Cumplía con sus obligaciones a la perfección y eso no se puede explicar si no hay un amor extraordinario a Dios. Amó a Dios con toda su alma. Estaba siempre fijo como un halcón a la obra que Dios estaba realizando. Se le veía siempre como absorto en Dios y alejado de las cosas terrenas. Bastaba oírle silabear dulcemente las tres Avemarías, con aquella dulce lentitud tan suya, para advertir en él la presencia de un ‘algo’ que quemaba su vida entera en un inextinguible fuego interior.

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Manzanares (Ciudad Real)

El don de Clara María

“Tanto mi padre como yo estamos suscritos al Boletín de Fr. Leopoldo del que somos muy devotos desde hace mucho tiempo. Mi vida cristiana ha sido un poco un sube y baja, pero nunca me he alejado del amor hacia Jesucristo y de la ayuda de Fr. Leopoldo. Siendo aún adolescente, durante un largo periodo de tiempo sufrí de fuertes dolores de cabeza, que nadie llegaba a explicarme. Mi madre, desesperada, me cogió un día de la mano y me llevó hasta la tumba de Fr. Leopoldo, al que invocamos pidiendo su intercesión ante mis fuertes dolores de cabeza. Apenas salí de la cripta, en Granada, aquellos fuertes dolores de cabeza habían desaparecido.
Otro episodio que me ha sucedido, me ha impresionado más profundamente aún. Recorría la autovía Madrid Sevilla cuando, en un cierto punto, el coche comenzó a dar bandazos en medio de la carretera teniendo en cuenta que en aquel tramo había un precipicio bastante grande. Tanto yo como el amigo que me acompañaba, nos encomendamos a fr. Leopoldo, saliendo ilesos de aquel percance.
Estoy casado y desde hace poco soy padre de una niña, que se llama Clara María. Nació el 8 de septiembre pasado. El hecho tiene para nosotros, sus padres, un significado del todo especial. Habíamos deseado que naciese ese día, fiesta de la Virgen, a la que habíamos invocado y a Fr. Leopoldo que era tan devoto de María, la Virgen, le rezamos las tres Ave Marías. Clara María nació con muchos problemas. Los médicos que la vieron nacer, nos hicieron temer lo peor. Ante la gravedad de la situación, nos encomendamos a Fr. Leopoldo. Hemos rezado como nunca. Tanto mis oraciones como las de mi mujer han sido escuchadas. Hoy, Clara María tiene ya algunos meses y es una niña sana y muy viva.
Estamos muy agradecidos a la intercesión de Fr. Leopoldo.

Alcira (Valencia)

Una oración escuchada

En noviembre del 2005, mi sobrina Isabel, se puso muy grave a causa de sufrir un edema pulmonar. Teniendo que sufrir una operación muy delicada fue trasladada a Valencia. Yo me quedé en casa encomendándome a Fr. Leopoldo del que soy muy devota, desde hace muchos años. La intervención fue difícil y larga, durando varias horas, pero todo fue bien. Luego siguió un periodo de cuidados intensivos. A comienzos de febrero del 2006 ha sido dada de alta. No me lo puedo creer. He llorado de emoción y he agradecido a Fr. Leopoldo su valiosa intercesión. Ahora continuo como siempre rezando y agradeciendo a Fr. Leopoldo su gran ayuda.

Barcelona

Feliz nacimiento de Irene

Querido P. Vicepostulador: Estoy suscrita, desde hace años, al Boletín de Fr. Leopoldo, a cuya tumba de Granada, en verano, viajamos todos los años la familia a darle gracias por su ayuda e intercesión en todos nuestro problemas y dificultades. Es esta la primera vez que le escribo y la razón que me ha empujado a ello ha sido la siguiente: el 1 de octubre pasado nació mi primera nieta, a la que le pusimos el nombre de Irene. Damos gracias al Señor y a Fr. Leopoldo al que siempre nos encomendamos en los momentos difíciles de la vida. Tanto la niña como la madre, Estefanía, gozan de una excelente salud. Gracias a Dios y a la ayuda de Fr. Leopoldo. Hoy hemos querido compartir con los devotos de Fr. Leopoldo esta inmensa alegría.

1. Miércoles de Ceniza.

“Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”.

«Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas» (Mt 9, 36).

“Amadísimos hermanos y hermanas: La Cuaresma es el tiempo privilegiado de la peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia. Es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza, sosteniéndonos en el camino hacia la alegría intensa de la Pascua. Incluso en el «valle oscuro» del que habla el salmista (Sal 23,4), mientras el tentador nos mueve a desesperarnos o a confiar de manera ilusoria en nuestras propias fuerzas, Dios nos guarda y nos sostiene. Efectivamente, hoy el Señor escucha también el grito de las multitudes hambrientas de alegría, de paz y de amor. Como en todas las épocas, se sienten abandonadas… La «mirada» conmovida de Cristo se detiene también hoy sobre los hombres y los pueblos, puesto que por el «proyecto» divino todos están llamados a la salvación. Jesús, ante las insidias que se oponen a este proyecto, se compadece de las multitudes: las defiende de los lobos, aun a costa de su vida. Con su mirada, Jesús abraza a las multitudes y a cada uno, y los entrega al Padre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio de expiación”. (Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma del año 2006).




19. “Día del Seminario”.

20. Solemnidad de San José, Esposo de la Virgen.(Trasladada del día 19, Tercer Domingo de Cuaresma).



25. Solemnidad de la Anunciación del Señor.