"...Y FLORECERÁN LOS CLAVELES QUE ABRIRSE NO QUIEREN... "

El sepulcro de Fr. Leopoldo, situado en el fondo de la capilla-cripta, donde se conservan sus venerados restos es, desde siempre, meta incesante de peregrinos. Los devotos, en progresivo aumento, acuden al corazón del “frailecito de barbas blancas”, aquejados con miles de problemas: allí llega la anciana agradecida, la persona agobiada por la soledad, el dolor, la angustia, la tristeza, la madre preocupada por los problemas de sus hijos, el enfermo que aun no ha perdido la esperanza, los jóvenes con sus apuntes de clase… Las gentes dejan sobre su tumba flores. Aquel capuchino, limosnero andariego durante cincuenta años por las calles de Granada, a cuyo paso florecían las gracias de Dios y los favores divinos, continúa, a los cincuenta años de su muerte, haciendo posible que sobre su tumba “florezcan los claveles que abrirse no quieren”… y la gracia de Dios, como riachuelo oculto y fecundo, sigue prodigándose en beneficio de todos los necesitados…
Toda la vida de Fr. Leopoldo fue un continuo acto de amor a Dios. Oraba con devoción, hablaba de Él, se encomendaba a Él, exhortaba a todos a que lo amaran. Se pasaba horas de adoración ante el sagrario. Y todo lo hacía por amor de Dios. Era un hombre de Dios, en la calle y en el convento, por sus virtudes y por su ejemplo. Buscaba siempre estar en unión con Dios. Daba gusto hablar con él porque siempre se sacaba algún provecho espiritual. Cuando escuchó por primera vez la frase “por amor de Dios”, le conmovió de tal manera que decidió actuar siempre con ese criterio. El amor a Dios era el eje y el motivo de toda su vida. Cumplía con sus obligaciones a la perfección y eso no se puede explicar si no hay un amor extraordinario a Dios. Amó a Dios con toda su alma. Estaba siempre fijo como un halcón a la obra que Dios estaba realizando. Se le veía siempre como absorto en Dios y alejado de las cosas terrenas. Bastaba oírle silabear dulcemente las tres Avemarías, con aquella dulce lentitud tan suya, para advertir en él la presencia de un ‘algo’ que quemaba su vida entera en un inextinguible fuego interior.


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“Se salvó de milagro…”.

Querido P. Vicepostulador:

El día 18 de mayo del 2006, suena el teléfono de mi casa y lo cogió la niña. Le dijeron que su hermano, con otros tres compañeros, habían sufrido un accidente de coche en Toledo.
Enseguida me puse a pensar en Fray Leopoldo y, al coger el bolso para salir corriendo de viaje, me encontré dentro dos estampas de él. En el accidente murieron dos compañeros y otro quedó en coma muy grave.
Pasé la noche con mi sobrina rezando y rezando a Fray Leopoldo. Cuando llegó mi hermana, su madre, llevaba también una estampa de Fray Leopoldo en la mano, que no la soltó en ningún momento. Al día siguiente le dieron el alta y pudimos traerlo a Mallorca.
Escribo esto para dar testimonio del gran favor que Dios nos ha hecho por medio de Fray Leopoldo, ya que los médicos nos dijeron que se salvó de milagro.
Yo me quedé con una de las estampas y la otra se la dejé al compañero que quedó grave. He tenido noticias de él y me han dicho que va mejorando.


Ascensión Rodríguez López
Mallorca

Desde Santa Fe – Argentina –
“Mi hijo ha vuelto a ser el que era…”.


Querido P. Vicepostulador:

Le escribo para comunicarle una gracia recibida en mi familia. A principios del 2003 mi hijo de 13 años comenzó a presentar problemas de conducta muy extraños y raros, cosa que no había tenido nunca. Lo llevamos al psicólogo y le puso un tratamiento. Pero él seguía sin escuchar a nadie y no aceptaba ayuda de ninguno.
En esta situación tan angustiosa vino a mis manos una estampa de Fray Leopoldo con la novena, que nos dio una amiga de mi marido. Ese día comenzamos la novena a Fray Leopoldo, pidiéndole que intercediera ante el Señor por nuestro hijo. A los pocos días se le notó un cambio radical, comenzó a mejorar y a cambiar en todo, se volvió más amable y empezó a escucharnos y a hacer caso de lo que se le decía.
Gracias a la intercesión de Fray Leopoldo, mi hijo ha vuelto a ser como era, más bueno y obediente.
Agradecido le envío a su cuenta un donativo en dólares. Les ruego pidan en sus oraciones por mi hijo y mi familia.

Amalia Picucci
Santa Fe – Argentina

“Hoy te pido algo muy especial…”

Querido Fray Leopoldo:

Mañana, 9 de junio, va mi madre a visitar tu tumba en Granada y por eso te escribo esta carta, para darte las gracias por todo lo que me has concedido desde el día en el que llegó tu estampa a mis manos.
Hoy te pido algo muy especial para mí y para toda mi familia (tu ya lo sabes) pues todas las noches te lo pido y es que podamos superar con tu ayuda la enfermedad de mi madre. Hace cuatro años que le diagnosticaron un cáncer de colon y llevamos luchando desde entonces. Ahora, en junio, mi madre se tiene que volver a hacer las mismas pruebas y te pido, Fray Leopoldo, por favor, que con tu ayuda todas las pruebas salgan negativas y los niveles tumorales hayan bajado al mínimo, ya que todo, tanto mis hermanos como yo la necesitamos mucho, necesitamos tenerla con nosotros, día a día, ya que nos hace mucha falta a todos.
Te pido, por favor, que los médicos le digan a mi madre que está perfectamente bien y que el cáncer haya desaparecido de su cuerpo, de su vida y de la de todos nosotros.
También quiero pedirte por su amiga Victoria que se encuentra en una situación parecida para que le ayudes a salir de ella. Sabes que también hace mucho tiempo que llevo pidiéndote un puesto de trabajo de auxiliar administrativo en un Hospital o Centro de Salud, pero me imagino que estarás muy liado con lo que te pedimos todos.
Yo sólo confío en ti y espero que se resuelva pronto lo de mi madre que es lo más importante y lo demás cuando tú puedas.
Me despido agradeciéndote lo que me has concedido y confiando en lo que me queda por conceder. Envío un donativo para darte las gracias. No me olvides. Una devota que se acuerda de ti todos los días.

María del Már González
Málaga

2. Beato Apolinar de Posat. Capuchino, Mártir



8. La Natividad de la Virgen





12. Santo Nombre de María



14. La Exaltación de la Santa Cruz



15. Nuestra Señora de los Dolores



17. Las llagas de San Francisco



19. San Francisco Mª de Camporroso. Capuchino



21. San Mateo, Apóstol.



22. San Ignacio de Santiá. Capuchino



23. San Pío de Pietrelcina. Capuchino



26. Beatos Aurelio de Vinalesa y CC. Mártires Capuchinos de Valencia



28. Beato Inocencio de Berzo. Capuchino



29. Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael



30. San Jerónimo. Doctor de la Iglesia