Manos Unidas destaca la “gran
ola de solidaridad” de los
españoles en plena pandemia
La organización eclesial presenta la Memoria 2021
Se apoyaron más de 700 proyectos en más de 40 países, con 33 millones de euros destinados a las comunidades más necesitadas
“El año 2021 iba a ser un año muy complicado, pero también fue uno de los años más felices, porque nos puso infinitos problemas para poner en marcha los programas de desarrollo, pero supimos reinventarnos y sacar la cabeza para nadar a contracorriente y darle al verbo contagiar una acepción positiva, asociarlo a la solidaridad”, señaló Clara Pardo, presidenta saliente
Ante la guerra en Ucrania y el bloqueo de la salida de grano, Manos Unidas advierte de “una gran emergencia alimentaria muy grave en África, que se añade a los problemas ya existente en la zona, como la sequía, el cambio climático… Es la bomba perfecta”
Nuevo ejercicio de transparencia, “una de las señas de identidad de Manos Unidas” en la presentación de la memoria 2021 para dar cuenta de “365 días marcados por la pandemia de covid-19 como nunca antes lo había hecho ningún otro acontecimiento, un año de contagios, variantes, cuarentenas y en donde la palabra del año ha sido ‘la vacuna’”.
Sin embargo, como se puso de manifiesto en su presentación este 15 de junio en Madrid, “en 2021 se generó una gran ola de solidaridad en España que llegó a los lugares más pobres del planeta en formas de programas de colaboración y que hizo posible que se pudieran apoyar más de 700 proyectos en más de 40 países, con 33 millones de euros destinados a las comunidades más necesitadas”.
En total, lo recaudado ascendió a casi 51 millones de euros, el 86% procedente del sector privado, en buena parte de los 77.000 socios que la entidad tiene repartidos por todas las diócesis españolas.
El año de la reinvención
“El año 2021 iba a ser un año muy complicado, la sociedad se vio vencida por la aporofobia, porque se relegó al olvido otras emergencias, como el hambre y la pobreza y que no han dejado de aumentar aumentado la brecha entre ricos y pobres, con unas consecuencias económicas y políticas que van a ser muy difíciles de superar”, empezó señalando Clara Pardo, presidenta en funciones de Manos Unidas, hasta que la Conferencia Episcopal ratifique a la nueva presidenta de la entidad: Cecilia Pilar Gracia.
“Pero 2021 también fue uno de los años más felices, porque nos puso infinitos problemas para poner en marcha los programas de desarrollo, pero como la necesidad agudiza el ingenio supimos reinventarnos y sacar la cabeza para nadar a contracorriente y darle al verbo contagiar una acepción positiva, asociarlo a la solidaridad, que tristemente después se fue diluyendo en nuestras sociedad a medida que pasaban los meses por el hartazgo pero sí fueron muchas las personas que oyeron los gritos de los más pobres, gracias a los 77.000 socios y colaboradores”, señaló Pardo.
“Una cifra de colaboración equivalente a los años previos de la crisis económica de 2012, lo que habla mucha de la solidaridad, también de las generaciones futuras”, señaló Pardo, que aprovechó el acto para despedirse, tras veinte años en Manos Unidas, y seis como presidenta, “de un lugar que llevo en el corazón, unos años que me han hecho crecer como persona y redoblado mi fe en que un mundo mejor es posible”.
El reto de convivir con la pandemia
Mabel Ibáñez, coordinadora del departamento de Proyectos de Manos Unidas en África abordó el trabajo de cooperación al desarrollo realizado junto a las poblaciones más vulnerables en 51 países de África, América y Asia. “El reto principal fue el de convivir con la pandemia en España y los países más golpeados por ella, como la India o muchos países latinoamericanos, que tuvieron que superar grandes dificultades logísticas y sanitarias, lo que motivó una ralentización en el desarrollo de los programas, y tampoco fue posible viajar a los países por las restricciones en la movilidad, lo que nos llevó a trabajar únicamente con trabajadores y socios de total confianza, con los que llevábamos años de colaboración”
María José Hernando, técnica del departamento de Estudios de Manos Unidas, centró su presentación en la labor de educación para el desarrollo que la ONG lleva a cabo, con el fin de sensibilizar a la sociedad española sobre la existencia del hambre y la pobreza y sus causas. Según palabras, “no podemos contagiar solidaridad sino estamos contagiados de ella, y una de las vías que tiene Manos Unidas para ese contagio es la educación para el desarrollo, reconocer la realidad para transformarla”.
Transformar la realidad
“Y para interpretar esa realidad -añadió, necesitábamos analizar desde una mirada humana, también desde nuestra identidad católica, entendíamos que a través de esta educación para el desarrollo podíamos contar esa realidad y transformarla, así como denunciar los mecanismos que mantienen las estructuras de pobreza, que, como las pandemias, van camino de convertirse en estructurales”.
Y uno de los grandes desafíos aseguró Hernando, “fue transmitir a la sociedad española que a pesar de las dificultades que estábamos afrontando aquí, había otros lugares en el mundo en donde estaban todavía peor y muy necesitados de nuestra solidaridad”.
La hambruna que viene de la guerra de Ucrania
Finalmente, la organización advirtió de un grave peligro que está a las puertas de África, aunque su génesis está en la guerra en Ucrania debido al bloqueo ruso del grano almacenado en los puertos ucranianos. “Se va a producir una gran emergencia alimentaria muy grave en África, que se añade a los problemas ya existente en la zona, como la sequía, el cambio climático… Es la bomba perfecta”, señaló Mabel Ibáñez
“La comunidad internacional -añadió- está alertando de la gran hambruna que se va a producir en el mundo y que amenaza sobre todo a África, hay un incremento impresionante de la subida de los precios, falta acceso a los cereales, hay una subida de un 30% en el precio de los alimentos y nuestros socios en África nos han dicho que se ha triplicado también el precio de los combustibles, y además también faltan los fertilizantes…”, denunció Ibáñez.