
Vocación de los primeros discípulos. Duccio di Buoninsegna
El camino es buscar, encontrar
y seguir a Jesús
“Como en la fiesta de la Epifanía y en la del Bautismo de Jesús, la página del Evangelio de hoy (cf. Jn 1,35-42) propone también el tema de la manifestación del Señor. Esta vez, es Juan Bautista quien lo indica a sus discípulos como “el Cordero de Dios” (v.36), invitándolos a seguirlo. Y así es para nosotros: Aquel a quien hemos contemplado en el misterio de la Navidad, estamos ahora llamados a seguirlo en la vida cotidiana. Por lo tanto, el Evangelio de hoy nos introduce perfectamente en el tiempo litúrgico ordinario, un tiempo que sirve para animar y verificar nuestro camino de fe en la vida habitual, en una dinámica que se mueve entre Epifanía y seguimiento entre “manifestación y vocación”.
El relato del Evangelio indica las características esenciales del itinerario de fe. Hay un itinerario de fe, que es el itinerario de los discípulos de todos los tiempos, también del nuestro, a partir de la pregunta que Jesús dirige a los discípulos que, animados por Juan Bautista, comienzan a seguirle: “¿Qué buscáis?” (v.38). Es la misma pregunta que, en la mañana de Pascua, el Resucitado hará a María Magdalena: “Mujer, ¿a quién buscas?” (Jn 20, 15). Cada uno de nosotros, como ser humano, está en búsqueda: búsqueda de felicidad, búsqueda de amor, de una vida buena y plena. Dios Padre nos ha dado todo esto en su Hijo Jesús.
En esta búsqueda, es fundamental el papel de un verdadero testigo: de una persona que ha hecho antes el camino y ha encontrado al Señor. En el Evangelio, Juan Bautista es ese testigo. Por eso pudo orientar a sus discípulos hacia Jesús, que los involucra en una nueva experiencia diciendo: “Venid y veréis” (v. 39). Y aquellos dos no pudieron olvidar la belleza de este encuentro, hasta el punto que el Evangelista anota incluso la hora: “Eran alrededor de las cuatro de la tarde” (ibid). Solo un encuentro personal con Jesús genera un camino de fe y de discipulado. Podremos tener muchas experiencias, realizar muchas cosas, establecer relaciones con muchas personas, pero solo el encuentro con Jesús, en esa hora que Dios conoce, puede dar un sentido pleno a nuestra vida y hacer fecundos nuestros proyectos y nuestras iniciativas.
No es suficiente construirse una imagen de Dio basada sobre lo que hemos oído: es necesario ir en busca del Maestro Divino e ir adonde vive. La pregunta de los dos discípulos a Jesús, “¿Dónde vives?” (v.38) tiene un sentido espiritual fuerte: expresa el deseo de saber dónde vive el Maestro, para poder estar con Él. La vida de fe consiste en el deseo de estar con el Señor y en una búsqueda continua del lugar donde Él habita. Esto significa que estamos llamados a superar una religiosidad rutinaria y descontada, reavivando el encuentro con Jesús en la oración, en la meditación de la Palabra de Dios y frecuentando los sacramentos para estar con Él y dar fruto gracias a Él, a su ayuda, a su gracia.
Buscar a Jesús, encontrar a Jesús, seguir a Jesús: este es el camino. Buscar a Jesús, encontrar a Jesús, seguir a Jesús.
¡Que la Virgen María nos sostenga en este propósito de seguir a Jesús, de ir y de estar allí donde Él habita, para escuchar su Palabra de vida, para adherir a Él, que quita el pecado del mundo, para encontrar en Él esperanza e impulso espiritual!” (Ángelus del Papa Francisco del domingo 14 de enero de 2018).