Más de 43 millones de personas sufren hambre en América Latina y el Caribe
El informe Panorama 2023, elaborado por la FAO y otros organismos, evidencia los altos niveles de sobrepeso y obesidad, la brecha entre hombres y mujeres en cuestión de inseguridad alimentaria y el coste de una dieta saludable más altos del mundo.
América Latina y el Caribe tampoco este año cumplirán con el Objetivo 2 de Desarrollo Sostenible hambre cero y seguridad alimentaria para todos. De acuerdo con el informe Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición, el 6.5% de la población que vive en la región, es decir, 43.2 millones de personas, padece hambre. A nivel subregional se registran desigualdades: en Sudamérica, las personas que no tienen nada que comer son 6 millones, en Mesoamérica 9.1 millones y en el Caribe 7.2 millones, siendo la prevalencia más alta la de Haití.
El reporte ha sido realizado en colaboración entre la FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, la Organización Mundial de la Salud y su parte panamericana, el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Desigualdad, pobreza y cambio climático dificultan la lucha a la desnutrición
“La desigualdad, la pobreza y el cambio climático han revertido al menos en 13 años el progreso en la lucha contra el hambre”, subrayó Mario Lubetkin, encargado de presentar el estudio a la prensa. Lubetkin, subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, manifestó su preocupación por “lo alarmante que son las cifras del hambre en la región”. Asimismo, subrayó que “combatir el hambre es un pilar fundamental para erradicar la pobreza, disminuir las desigualdades, alcanzar un mundo más pacífico y, sobre todo, avanzar en el camino para lograr el desarrollo sostenible en la región”.
La inseguridad alimentaria en un escenario heterogéneo
Panorama 2023 analizó el porcentaje de personas expuestas a la inseguridad alimentaria, es decir, aquellas que están obligadas a reducir la calidad o cantidad de la comida que consuman. Los resultados muestran que a pesar de una disminución de casi 16.5 millones con respecto a 2021, las personas que siguen experimentando inseguridad moderada o grave son 247.8 millones. Pero el escenario es desigual: mientras que en Sudamérica y Mesoamérica la población que sufre inseguridad moderada o grave es más de un tercio, en el Caribe alcanza el 60.6%. Asimismo, se registran dos brechas importantes: las mujeres la sufren más que los hombres por casi 9.1 puntos porcentuales, que es la diferencia más grande del mundo y en las zonas rurales se sufre de 8.3 puntos porcentuales más que en las áreas urbanas.
Los desafíos de la malnutrición
El continente latinoamericano tiene que enfrentarse a otros dos grandes desafíos: la desnutrición y el sobrepeso y la obesidad, que son la doble cara de la misma moneda, la malnutrición. La región ha superado el promedio mundial de los niveles de sobrepeso en niños menores de 5 años y en adultos. Como explica el doctor Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud, “en los últimos 50 años, las tasas de sobrepeso y obesidad se triplicaron, afectando al 62.5% de la población”. Si se considera que el sobrepeso y la obesidad son responsables de aproximadamente 2.8 millones de muertes por enfermedades, ese dato es preocupante. Por eso, Barbosa pide avances en la transformación de los sistemas alimentarios, “necesarios para garantizar una alimentación más saludable para todos”.
El alto coste de una dieta saludable
A nivel mundial, para poder comer una dieta saludable son necesarios en promedio 3.66 dólares por persona al día. Sin embargo, en América Latina y el Caribe, la cifra alcanza los 4.08 dólares. Por ende, la región presenta el costo más alto de una dieta saludable, seguida de Asia con 3.90 dólares, África con 3.57, América del Norte y Europa con 3.22 y finalmente Oceanía con 3.20 dólares. La principal consecuencia de la imposibilidad de acceder a una dieta saludable por falta de recursos económicos adecuados a sus precios tiene como consecuencia el aumento del consumo de comida altamente procesada y de menor valor nutricional, explicó Lubetkin, un hecho que empeora aún más el combate a la malnutrición.