Un encuentro para contagiarse y llevar el Evangelio a todas partes

Un encuentro para contagiarse y llevar el Evangelio a todas partes
Un encuentro para contagiarse y llevar el Evangelio
a todas partes

            La Fundación Pablo VI alberga este fin de semana el Encuentro de Laicos sobre el Primer Anuncio. Una iniciativa que busca dialogar con la increencia y dar pautas para que en las actividades de movimientos «Jesús esté presente»

Noemí Pinto pertenece a la Subcomisión Episcopal de Juventud e Infancia de la CEE y será una de las ponentes en los talleres del Encuentro de Laicos sobre el Primer Anuncio que tendrá lugar en la Fundación Pablo VI este fin de semana, del 16 al 18 de febrero. Una cita en la que católicos de todos los ambientes se impulsarán los unos a otros a dar testimonio de su fe de forma auténtica y «nada sesuda». Allí presentará el Curso Despierta, una formación destinada a jóvenes pertenecientes a colegios, movimientos y parroquias para «darles claves sobre cómo pueden ser evangelizadores en su día a día y organizar actividades para grupos».

Para ella, la primera condición está clara: «Que todo lo que se haga tenga un momento central en el que Jesús esté presente». Al margen de yincanas o un video fórum, recalca que «tenemos que definir lo que queremos anunciar y ya vendrá el resto». Por eso el Curso Despierta siempre cuenta con «un momento muy fuerte» de adoración ante el Sagrario «en el que se recuerda el primer momento en que te encontraste con Jesús».

También propondrá otra iniciativa, Una luz en la noche, en la que los veinteañeros dan testimonio de su fe en los ambientes de fiesta invitando a otros a visitar la parroquia, abierta en ese momento para ellos y con sacerdotes confesando. «Hacemos lo que dice el Papa, salir donde están los jóvenes», explica Pinto. Es un método que surgió del Congreso Nacional de Pastoral Juvenil en Valencia en 2012 y que, «desde ese momento, las diócesis fueron cogiendo».

Lo tienen todo pensado y se organizan en cuatro grupos: un primero dentro de una iglesia que mantiene un clima de oración; otro grupo de acogida «para que los que entran en el templo no se sientan solos»; otro grupo, el más aventurero, «donde de dos en dos salen a la calle» para invitar a quienes se encuentran y recordarles que «Jesús está en la iglesia y te está esperando», y un cuarto grupo de intercesión que pide por todos los implicados «y los jóvenes que no sabemos si van a venir».

Noemí Pinto revela que a veces la iniciativa da «sorpresas» y consigue que gente «que va con botellas, las deje a la puerta de la iglesia y pase un rato de rodillas». Pero aclara que su principal fruto no se produce «hacia fuera, sino en el propio joven que lo realiza». E insiste en que, aunque «en la calle te puedes encontrar de todo», nunca ha tenido una experiencia negativa. «Evangelizamos como lo hacía Jesús y, cuando le decían algo, Él respondía con una pregunta que les interrogaba», pero no discutiendo.

«La gente busca autenticidad»

Otro de los talleres del encuentro, titulado Primer Anuncio y Diálogo con la Increencia, cuenta con la participación de Josep Otón, profesor en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona y autor de Simone Weil: El silencio de Dios, un libro sobre una mística que formó parte de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial y que le ha permitido hablar de Dios en ambientes donde, a priori, no se esperaba, como la Universidad de Barcelona, el Ateneo Barcelonés o el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

Reivindica «a estos personajes que sirven como puente» y generan preguntas sobre Dios en el mundo cultural. Opina que, cuando un cristiano se sale de «un discurso aprendido mecánicamente» y habla de su propia experiencia, «la gente valora lo auténtico». Incluso en el caso de «quienes tienen heridas con la Iglesia, porque esas heridas están también en los discípulos de Emaús o santo Tomás, que no se creía la Resurrección». Y llama a los laicos a que «tomen conciencia de su responsabilidad en la Iglesia». «Nos hemos acostumbrado a ser meros consumidores, pero ahora debemos asumir nuestro protagonismo».

Coincide con él Luis Manuel Romero, director del secretariado de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, quien pronostica que el encuentro servirá «para que salgamos con ilusión y llevemos el fuego de Cristo a los ambientes donde estamos, empezando por la vida cotidiana». Recuerda que «el primer anuncio se hace en el tú a tú, no se trata de pensar grandes cosas», y que basta con proclamar «que Cristo nos ama, que ha dado la vida por nosotros y que ha resucitado».

Finalmente, Romero valora muy positivamente la progresiva incorporación de laicos y mujeres a las delegaciones de Apostolado Seglar, donde antaño todos los responsables eran sacerdotes. Para evitar la clericalización del laicado, como previene Francisco, tiene una receta clara: «La sinodalidad no se trata de que por fin vayan a mandar los laicos, no se trata de cuotas de poder, aquí estamos todos para servir».